Para
familiarizarnos con este concepto, podríamos definir la creatividad como la
habilidad o facultad que poseen los seres vivos, que les permite realizar
nuevas asociaciones de ideas en conceptos ya conocidos, produciendo gracias a éstas
asociaciones, unas nuevas soluciones originales. Es decir, los seres vivos
podemos atribuir nuevos usos y/o funciones en objetos, que en nuestra
experiencia previa, sabemos que no son los adecuados, o que originalmente no
han sido diseñados con esa funcionalidad.
Unas de las herramientas por las que somos capaces de potenciar la
creatividad, son la indagación y la experimentación,
ya que a mayor número de ensayos obtendremos un mayor número de soluciones
originales en cuanto al uso y la función de los objetos. Caso aparte, pero
intrínsecamente relacionado con la indagación y la experimentación, es la
valoración de si estas nuevas soluciones son acertadas, o por el contrario, las
descartaremos por considerarlas un fracaso. En caso de ser aceptadas,
transformaremos dicho objeto y pasará a formar parte de la sociedad.
Socialmente tildamos a alguien de creativo cuanto más exclusivo sea,
cuanto mayor número de excéntricas soluciones plantee en diversas situaciones, diferenciándolo
del resto de la masa social. Debemos relacionar el concepto de la creatividad con
la sociedad, ya que finalmente será el conjunto de la misma quién juzgue si las
nuevas aplicaciones surgidas en la mente del excéntrico creativo son adecuadas
como para la transformación del diseño del objeto, y por tanto, son adecuadas
para ser parte de la sociedad.
Si profundizamos más en el tema, no podemos pasar por alto que vivimos
en una sociedad capitalista, donde el principal objetivo es hacer dinero ya que
sino lo tienes estás condenado a ser un desecho social, a carecer de las
necesidad básicas que exclusivamente obtienes con esos papelitos al que tanto
valor se le atribuye. Por lo que muy a mi pesar, vivimos en una sociedad donde
la creatividad está cohibida por el sistema capitalista, donde lo importante es
crear nuevas ofertas para generar más demanda, sin importar la practicidad y
funcionalidad en las modificaciones de los objetos. Ya lo decía Loos en su
artículo de 1907, El Ornamento y el
Delito, en el que la idea principal es que la decoración ornamental, que surgió
algunos siglos atrás, se sigue conservando porque interesa al mercado a la hora
de ofrecer una diversa variedad de productos que generen en la masa social una
necesidad de cambiar sus muebles, vajillas, cuberterías, etc.; cuando realmente
la función de dichos productos no se ha visto afectada. Y si no estamos muy
contaminados por los Medios de Comunicación, nos daremos cuenta que más de 100
años después, la situación sigue siendo la misma.