Una vez introducidos
en el concepto del diseño, hemos de plantearnos el sentido que tiene el diseño
en nuestra sociedad. Para algunos, el diseño representa lo racional y
funcional, simplificando lo máximo posible para optimizar el uso de las
producciones (Modernismo); aunque para otros, el diseño se sitúa en un mundo
irreal e irracional, donde prima la extravagancia, destacar sobre los demás
(Postmodernismo). Lo que nos conduce a lo que podría llamarse la crisis creativa del
diseño. Por eso, se debería autorregular,
crear una organización que lo estructure atendiendo a los elementos principales
que hacen que los valores y las energías de esta profesión circulen
productivamente, promoviendo una función crítica y orientadora para los futuros
diseñadores y en el bien común de la sociedad.
En palabras de Belluccia: El perfil del diseño en una sociedad está
condicionado por el perfil de quienes lo demandan. Determinar qué se diseña,
para qué se diseña, qué contenidos transmiten los objetos que se diseñan no es
responsabilidad de los diseñadores. En mi opinión, el diseñador, además de ser un partícipe más
en la sociedad, es un profesional del medio, por lo que debería tener la suficiente competencia y responsabilidad de opinar y
producir el diseño que va directamente a la uso cotidiano.
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